10/12/2010

Liebre, León, Lobo y Cordero.

Interpretaciones del Etude Op 10 No.4 de Chopin 

Links para escucharlas: 
Richter 
          
          Claramente se trata de épocas distintas para la interpretación. Escuché la versión de Argerich y la de Richter y son dos extremos. Ahora estoy escuchando la de Pollini, buen término medio entre limpieza y conducción de las frases. Martha, por más amor que yo le tenga, y estando de acuerdo con algunos comentarios en YouTube, es un poco difusa. Richter es estupendamente claro, pero se queda corto en otros aspectos. Por último Lisitsa, de gran virtuosismo y claridad. Son pocos los defectos que pueden encontrarse en sus interpretaciones. Me falta escuchar algo con más calma, y entonces ver cuánta técnica de sonido y frase tiene, porque en velocidad tiene verdaderamente el podio.
          Según creo, en la época del video de Richter las cosas se tocaban distintas. En la grabaciones pre-Argerich (<1965) que he escuchado (ya hablando de obras en general) las interpretaciones suelen ser más limpias pero menos (palabra que odio porque suele ser malentendida) expresivas. Tampoco ayuda la calidad de las grabaciones a que se transmita la totalidad (o lo más cercano posible) del sonido del intérprete. Me parece que se cuida mucho más (hasta llegar a extremos obsesivos, como el de Lisitsa) el sonido de cada nota y la claridad de cada frase en interpretaciones más contemporáneas.
          Más allá del virtuosismo irrefrenable del Estudio, no se lucen ninguno de los intérpretes. Al menos no como intérpretes en sí, sino como grandes 'tecnicistas'. Este es mi problema con las obras virtuosas. Sí, el vértigo que produce la velocidad y la cantidad de notas es muy emocionante de escuchar y de tocar (sobre todo en vivo) pero al tener tanta exigencia técnica* dejan poco espacio para lo demás. Ese 'demás' es lo que al fin y al cabo que hace arte al arte. Si el arte fuera sólo la técnica, no habría artistas.
           La liebre disfrazada de león.
          Claro que la técnica es importante, porque sin ella es poco lo que podemos hacer (sobre todo en el campo de la interpretación y no de la creación o improvisación), pero en mi opinión, la técnica debe estar siempre al servicio de la obra y la expresión (entiéndase 'expresión' como enunciación clara de un discurso estético y NO catársis emocional) y no al revés. 
          Que la música no sea una excusa para hacer ejercicios técnicos, sino siempre a la inversa. Se pueden frasear hasta los ejercicios de escalas, es importante nunca perder de vista que todo lo que tocamos es música (hasta la escala que hacemos para calentar), y si no le das ese valor, es música mediocre, es tiempo que gastado pero lo aprovechado a la mitad.
         Puedo decir que he aprendido más técnica con obras (aunque sean obras de estudiante) que con estudios. Tengo recuerdos de obras particulares con las que aprendí ciertos yeites, y no me pasa eso con estudios (al menos no con los estilo maquinita).

Aquí, el ejemplo inverso:


          Es la primera obra que recuerdo haber empezado a leer por mi cuenta, en mi primer año de conservatorio. Claro, la tipa hojeando Chopin encontró corcheas en la izquierda y melodía simple en la derecha y se mandó. Flor de bolonqui:
          Es una obra cuya exigencia técnica (a un nivel superficial) es mínima. Pero a medida que uno se va metiendo se va dando cuenta de cuánto falta para tocarla. Pasa que la 'expresión' exige de la técnica mucho más de lo que te cuentan las notas en una lectura preliminar. Es completamente imposible. Muchos pianistas le tememos a este preludio. 
          El lobo disfrazado de cordero.

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*Entiendo que se trata de un Estudio, pero en el caso de los de Chopin no se trata nunca de un estudio 'puro'. No es gimnasia, sino una Pieza Musical donde se exploran ciertas dificultades técnicas más o menos específicas.

3 comentarios:

notancul dijo...

¿Qué tal, Spinelli?

La saludo. Le doy la bienvenida. Y agradezco toda la instrucción que recibiremos de aquí en adelante.

De las maquinitas puedo decir que me hizo falta ir a ver a Dream Theatre para darme cuenta de que ya no me interesaba la gente que toca rápido.

Claro, no es lo mismo que Chopin, que aunque componía para supervirtuosos, hacía, aun así, una música para caerse de culo. No como los grasas de Dream Theatre. ¡Mi dios!

Por ejemplo, tenemos las obras de Satie. Unas notitas sueltas y espaciadas como sopa con pocos fideos. ¡Pero que sopa, mami! Andá a prepararla. Hay que ver si te sale. Ahí el arte.

Y de lo que ya está en la partitura (supongo, porque no se leer) a lo que saca el intérprete del instrumento, otro mundo. No soy muy instruido en música "clásica"* pero sí alguito en Jazz, otra jungla donde avistar liebres, lobos, leones, corderos**. Aunque me parece, ha sido una jungla donde hubo más partuza y mestizaje, graciadió.

Adió.



* Tenemos que encontrar urgente otra palabra, y que no sea "académica".

** Me gustó el título de la entrada.

An dijo...

Gran problema de la musicología, el nombre ese.

Música de raíz académica??

El problema es que no hay nada que la defina, no desde que arribaron nuestros amigos los vanguardistas. Ningún adjetivo que la abarque.

No sé igual cuál es el problema con 'académica' a secas. Quizás alguien pueda ilustrarme en las inadecuadas implicancias del término.

Desde el Romanticismo éstos hombres avant garde nos han quitado el beneficio de hablar fácil.

'Música de conservatorio' abarca gran parte. Pero no se estudia a Stockhausen en un conservatorio más que como una rareza.

Quizás la definición no esté en el material musical per se sino en cómo es recibido. Cómo es estudiado, tocado y escuchado.

Ay no sé, Cristhian, esto me marea. Cada vez que propongo algo en mi mente, ella se encarga solita de tirármelo abajo. Maldito seas, yo estaba cómoda con 'académica'.

notancul dijo...

No podés creer lo último que publiqué!!!!!!

Y lo que voy a publicar prontamente tampoco.


Juro que no es autobombo (ni autobomba) sólo es que tenés que escuchar esos discos.

Beso che!

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